EL ASESINATO DE SÓCRATES de Marcos Chicot

18 02 2024

Tanto nos gustó «El asesinato de Platón» que decidimos leer éste, y también su lectura nos ha resultado placentera y educativa. Bien es verdad que dos filósofos en el Club de lectura iluminan mucho.

Es bastante fiel a la historia y sus personajes están acordes a lo que se sabe de ellos. De ellos vemos que reflejan la sociedad de su tiempo, nos muestran sus emociones y sentimientos, que son igual que los de hoy, como los de todos los tiempos. También estos personajes son capaces de poner valores como el bien, la verdad, la justicia al servicio de todos , independientemente de la profesión que se tenga. Hay personajes muy buenos como Eurímaco y personajes perversos y odioso como Aristón.

Mucho tiempo dedica el autor a las innumerables guerras entre los pueblos aliados a las dos grandes ciudades Atenas y Esparta. Hay ratos que al leer las batallas navales imaginamos la escena como si de una película se tratase.

A través de las Asambleas en las que se toman decisiones sobre los conflictos y medidas a adoptar, vamos viendo que ,como siempre, han existido oradores que saben manipular a las masas para tomar las decisiones que a ellos les convienen.

«El rostro de Casandra se crispó.

Que vayan a luchar Cleofonte y sus amigos que tanto aman la guerra.

A la guerra no van los que votan a favor de luchar – replicó Perseo- Vamos todos cuando así lo decide la mayoría.

La mayoría no decide. En esas Asambleas de locos a las que vas, unos pocos demagogos toman las decisiones y convencen a la mayoría de que vote lo que ellos quieren.

Perseo se quedó desconcertado.

Así funciona la democracia.

Casandra negó exasperada. Cuando era niña le parecía que la Asamblea era una reunión de hombres sabios, igual que pensaba que lo era su padre. Sin embargo desde que estaba casada con Perseo, él le contaba todo lo que sucedía en las Asambleas, y ahora le daba la impresión de que cuando los hombres se reunían en multitud se convertían en una especie de bestia gigante, tan impulsiva como fácil de manipular»

En otro capítulo Alcibíades estaba observando la flota de Atenas :

«Estaba en una colina cercana a la playa del Helesponto donde hacía cuatro días había atracado la flota de Atenas. Su tamaño era impresionante – ciento ochenta trirremes y treinta y seis mil hombres -, pero la organización y la disciplina dejaba mucho que desear.

Montó en su caballo y comenzó a descender la ladera mientras pensaba en el almirante Lisandro. Aunque fueran enemigos, se sentía identificado con él. El espartano era un hombre práctico, que se vanagloriaba de<<engañar a los jóvenes con los dados y a los hombres con juramentos>>. Al poco de hacerse cargo de la flota de Esparta, había demostrado que aquellas palabras no eran sólo una jactancia. En Mileto había dado un discurso elogiando la convivencia entre oligarcas y demócratas, y acto seguido había alentado en secreto el levantamiento de los oligarcas, que masacraron a los demócratas y convirtieron Mileto en una oligarquía.

Otro episodio interesante es cuando Casandra se da cuenta de la verdadera naturaleza de la Asamblea:

«El rostro de Casandra se crispó.

_ Que vayan a luchar Cleofonte y sus amigos que tanto aman la guerra.

_ A la guerra no van los que votan a favor de luchar- replicó Perseo-. Vamos todos cuando así lo decide la mayoría.

_ La mayoría no decide. En esas Asambleas de locos a las que vas, unos pocos demagogos toman las decisiones y convencen a la mayoría de que vote lo que ellos quieren».

Sócrates como personaje histórico no escribió nada, pero fue un símbolo, un maestro de todos, de los estoicos, de los cínicos…..

En cuánto se habla de Eurípides, Casandra su hija, dice: «Casandra suspiró. Su padre era capaz de escribir maravillosamente sobre las pasiones más intensas que pueden darse en el corazón de una mujer, como había hecho en Medea, pero fuera de sus obras era un hombre solitario y encerrado en sí mismo.» Era un hombre encerrado en sí mismo.

Otra vez estaban agobiando a Sócrates con preguntas de adivinación y «Sócrates levantó las manos para detener el torrente de preguntas.

  • Yo no soy un adivino ni un sabio. No puedo mostraros la voluntad de los dioses ni ofreceros magníficas respuestas. Y sabéis que me gusta conversar y reflexionar con quien quiera hacerlo; si poseo alguna habilidad, ésta consiste en formular preguntas más que en encontrar respuestas.

Un placer haber leído este libro.